domingo, diciembre 31, 2006

Hellcome to Faxxland :: el mejor blog del baño

Mi bien querido amigo OCRAM me ha nominado en su famosísimo e hipodérmico experimento massmediático uterodemarita.com como el mejor blog inclasificable del año, en empate téknico con el blog de mi hermano ernesto, ballad of a tin can. no sé si será bueno o malo, pero yo creía que este era un blog personal, ahora gracias a tí MARCO he caído en cuenta que para estar en esa categoría había que ser persona primero. en todo caso, creo que es mejor quedar como un espécimen inclasificable, pues siempre he estado orgulloso de ser mutante.

vayan criaturas del mal y voten para que me boten, yo me voy a recibir mi premio.



:: mutanto mutandis ::

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lunes, diciembre 25, 2006

manuscrito encontrado en una botella

o en una libreta de hace 10 años.



-uno-


Si el sueño no me absorbe
dejaré que la penumbra
devore mis letargos
y entre rayos
observaré encantado
una sonrisa cargada
de amargo llanto.

La caída pierde altura
y el estrépito de la realidad
contra ti
saborea la risa de una calavera
y la tristeza de un alma
mucho tiempo muerta.



-dos-


Me dormí en llanto
seco ______ agudo
era yo un ser
dulce ______ y triste
alegre ______ y amargo
y en la sórdida noche
______ que me envolvió
escuché su voz.

tíbio abrazo de dulzura
carne a un hueso
roído de amargura,
levantad mi cuerpo
despojad mis armaduras
cubridme con tus brazos
dejad que la arena se funda
en tu perfume inmaterial
he de encontrar las verdades
______________ muertas
y susurraré en el campo
____________ el grito
del alegre desencanto.

bajo tus nubes negras
mis ojos alcanzarán tu brillo
y quedaré ciego,
en mi amor de niño.
en el fuego y el aceite
se bañará el lejano héroe decadente
con una garganta razgada de pesada niebla
he de volar alto y gritar fuerte
las esquirlas no me alcanzarán
y podré encontrarte
reírte
e irme a descanzar.



-SEMPER EADEM-


siempre la misma
os he querido
venus mortal
que me dais vida
tan fría y tan cálida
de mirada oscura
y ojos claros

siempre la misma

de hermosos senos

y pequeños no
anchas tus caderas
y profundo el vientre
de madre
hija

mujer mía

siempre la misma


tan amable y tan perversa
no dudáis en matarme
sabiendo que volverás
pronto a recoger mi carne inerte
y entre sollozos
reanimarás mi cuerpo con la muerte

siempre has sido tú
sin importar el cuerpo en que os presentas
rubia o morena
ondulados y largos los cabellos
pero no siempre
pero sí la misma
siempre

siempre la muerte.




:[sir faxx von raven]:

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sábado, diciembre 16, 2006

YO, OUROBOROS




Cuando voy manejando a veces imagino en como sería si tuviera instalado un rayo desintegrador en lugar del claxon. Avanzo a toda velocidad por la avenida y en el momento que me cierra un carro, en lugar de frenar o de esquivarlo aprieto el botón con el pulgar.

Pouf

Obviamente que no le instalaría un megadesintegrador, sino uno con la suficiente potencia como para dejarme un espacio razonable por donde pueda pasar con la motocicleta. Pero tampoco sería un desintegrador demasiado avanzado que no deje residuos o rastro alguno de los obstáculos que voy eliminando en el camino. Un par de fierros retorcidos o restos orgánicos salpicados a los lados quedarían muy bien.

Pouf

Voy entonces acelerando, me gusta inclinarme cuando doy una curva, a veces incluso pongo el pie en el suelo sólo para sentir como raspa. Imagino que si mis botas tuvieran espuelas podría hacer que salten algunas chispas. Al jalar despacio mi puño derecho, el motor ruge sediento entre mis piernas. Me vuelvo uno con mi cabalgadura y sonrío al sentir el aire cada vez más frío estrellarse en mi rostro. En eso se me cruza un chuncho.

Pouf

Mi dedo pulgar vuelve a su natural posición. Un poco de sangre me salpica el rostro. La rueda trasera patina un poco, sólo un poco. Acelero. El dragón ruge de nuevo y serpenteo mi cuerpo a diestra y siniestra, dejando atrás una estela de fuego, vestigios y cadáveres de quienes se han cruzado en mi camino. No miro atrás, el rugido me envuelve.

Y deliro, yo he nacido para esto. Todas estas sensaciones están escritas en mi información genética y en mis escamas que se encienden con el viento. El rugido se hace más fuerte, me ensordece, está ahora en mi detrás. Me detengo y observo por el espejo retrovisor a un tipo en una motocicleta negra con un extraño dispositivo instalado en el lugar donde debería estar el claxon...

POUF.





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miércoles, diciembre 06, 2006

Les invasions barbares

Hace muchísimos años, las más preclaras y lúcidas mentes de estudios generales letras se reunían en los jardines junto a las casetas de arqueología. En la calmada soledad de esos parajes discutían y debatían acerca de los más encumbrados temas para elevar el conocimiento, la sensibilidad y el espíritu.

Grandes en su pequeñez, nosotros éramos Grecia.

En esas tertulias aprendí mucho sobre filosofía, historia, arte o literatura. Ahí escuché por primera vez a Giovanni Papini, Bertrand Russell hablaba de la nueva moral sexual y las aproximaciones a Borges eran mucho más que literarias, la historia se volvió una maestra bella y fascinante y la filosofía adquirió una noción superior a la de mirarse el ombligo (el segundo Wittgenstein se mantiene todavía como figura arquetípica). Fue en Grecia donde con nuestra precoz soberbia hablábamos con desprecio de los chomskianos generativos (¿en qué carajos estábamos pensando?) o donde escuché mis primeros epítomes de psicoanálisis. Sí, debo confesar que yo me sentía como un troyano entre atenienses, pero es honesto reconocer que todos y cada uno de nosotros aprendíamos el uno del otro.

Fueron tiempos de paz.

Estábamos en la mejor universidad del Perú y arrogantes en nuestra ignorancia, pensábamos que por eso seríamos eternos e indestructibles. El futuro era lejano y nada hacia presagiar la decadencia de occidente. La herida se abriría pronto desde adentro.

Todo empezó con el auge de la oferta universitaria. Ingresos masivos, la expansión del imperio y su consecuente necesidad de espacio. Primero construyeron mesas de ajedrez que prontamente fueron ocupadas por imberbes individuos que habían entrado por la primera opción. Poco a poco el silencio de nuestro parnaso fue poblándose de risas vacías y tonos polifónicos de celular. En hordas venían de las canchas de fulbito, un continente tan lejano a nosotros como las propias indias, a ocupar nuestro helenístico territorio. Por ahí alguna vez escuché a uno de ellos proferir en lengua salvaje a sus congéneres: “¿alguien ha leído el lobo estepario?, ¡tengo un control el jueves!”

Bestias del mal, no entendían que la entrada es no para cualquiera, es sólo para locos.



Las invasiones bárbaras habían comenzado.



*X*



Hace poco volví a ver la película del mismo título y no pude evitar sentir ciertos paralelismos con esa etapa de mi juventud. Al mismo tiempo me conmovió poder encontrarle una serie de curiosas analogías y puntos de encuentro con mi vida misma ahora y con lo que me queda de ella.

Sí, suena pretensioso, pero a mí que me importa como suene.

Un hombre viejo está a punto de morir. Su único hijo lo odia. Está solo. Pero aún entonces se aferra a las ideas en las que creyó, a la vida que él eligió. Se aferra tanto que no quiere morir. Pero ¿es esto lo que él esperaba de la vida? Ya es demasiado tarde y esto es lo que la vida le ha devuelto a cambio.

Por un giro argumental su hijo trata de proporcionarle una muerte decente. Para ello acondiciona una habitación especial en el hospital y va en busca de los amigos de su padre. Los viejos camaradas se reúnen con él y discuten sobre los viejos tiempos, sus viejas ideologías, sus viejas aventuras y sobre como la vida los ha cambiado. Ahora ellos son los viejos.

Vienen también al encuentro del moribundo sus eternas amantes, aquellas mujeres que se entregaron libremente a él y que aún le guardan lascivo afecto. Y su mujer, su ex mujer, la que más lastimó pero que en su hora última con lágrimas y satisfacción le confiesa que es el hombre de su vida. Su hijo, a quien recriminara que jamás leyera un libro, pero que en un año gana más dinero de lo que en toda su vida él pudo reunir y que le ofrece la posibilidad de una muerte digna.

Finalmente hace su aparición una bella ángel guardián que lo guiará hacia su último destino y que en un momento le dice: “las cosas que amabas ya están muertas”.


Corte.


El imperio fue herido en el corazón. En su decadencia, la barbarie se apoderó de su vida, lo transformaron. Pero aún así me aferro tercamente a lo que creo, y espero morir así también en mi podredumbre.

Siento nostalgia futura al pensar en como será ese último viaje y en los que me despedirán entonces. Quienes empujarán la embarcación ardiente que me transportará al Valhalla. Las eternas valkyrias que en su dulce abrazo me acogerán y sostendrán mis armas. Veo ahora algunos de los rostros que se irán conmigo, algunos cambiantes, otros no los volveré a ver jamás.

Quizás entonces.


Sí, existe un anacronismo, las invasiones bárbaras no fueron quienes acabaron con la civilización helénica, fue el imperio quien la devoró. La herida se abrió desde adentro. Pero eso es historia conocida.

Simplemente elegí perder porque todo lo que amé ya ha muerto.



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