sábado, noviembre 18, 2006

Soy un celta y estoy loco.

En el año 58 A.C Julio César invadió la Galia. Al mando de sus legiones romanas dirigió ocho campañas durante ocho largos años sólo para conquistar esos territorios. Plutarco nos habla de 800 ciudades conquistadas y millones de muertos en batalla. Probablemente exageró, pero lo cierto es que ésta fue una de las guerras que más le costó a la república romana y que le dio el prestigio necesario a Julio César para hacerse del imperio.

Sin embargo, me reafirmo al decir que lo único que lograron conquistar los romanos fueron los territorios. Nunca lograron doblegar a ese pueblo al que también le dieron el nombre de bárbaros, pero que estaba conformado principalmente por tribus celtas. A pesar de ser una las victorias de las que más se enorgullecieron, los romanos nunca pudieron evitar tragar saliva al recordar la guerra contra los celtas galos. El mismo Julio César en su libro de los Comentarios de la Guerra de la Galia se refiere a ellos como un pueblo de hombres rudos pero de gran inteligencia, impulsivos y muy inestables.

Imagínense. Una columna romana en perfecta formación militar. Las falanges protegidas con sus armaduras y sus escudos del tamaño de un hombre en hermética guarnición. Los soldados marchan, seguros del largo de sus lanzas y del filo de sus espadas.

El suelo tiembla.

Bajando de un monte, un ejército corre en dirección opuesta con hachas y espadas en alto. Vestidos únicamente con un collar o torque apretado en el cuello y pequeños escudos circulares con el símbolo de su clan, vienen buscando pelea. Sus cuerpos pálidos están desnudos y pintados con símbolos sagrados y colores de guerra. Detrás de ellos los más viejos soplan unos artefactos hechos con piel de cabrilla y los más jóvenes -casi niños- golpean con fuerza sus bodhran rítmicamente. Así, los alaridos de estos guerreros/demonios se mezclan con el sonido de sus gaitas, sus tambores y el choque de sus armas.

Las piernas de los romanos tiemblan.

Los guerreros celtas acometen, pero los romanos los superan en número, armas y táctica militar. Las lanzas romanas atraviesan gran número de ellos antes que sus hachas lleguen a sus cabezas. Los celtas jamás se detienen, chocan sus escudos hasta partirlos, hasta que las espadas romanas son abandonadas dentro de sus cuerpos pintados de azul. La falange romana huye disuelta pero los celtas aún malheridos continúan luchando.

Cuando las escuadras romanas se reagrupan ilesas y avanzan hasta las tribus, los guerreros celtas que quedan queman todo, matan a sus esposas y a sus hijas para evitar que sean capturadas y violadas o convertidas después en esclavas o prostitutas. Luego ellos se lanzan a morir en su última batalla. Ya no tienen nada que perder.

Los celtas fueron un pueblo guerrero, pero a diferencia de los romanos no tuvieron ningún interés en la conquista y la expansión. Eran tribus nómades que sólo buscaban un lugar donde estar con sus familias tranquilos, en comunión con la naturaleza y sus dioses. Llegaba el invierno y se mandaban cambiar, y si alguien quería el mismo lugar que ellos habían elegido, era entonces hora de desenvainar hachas y espadas y luchar.

Los celtas cultivaron mucho su espiritualidad, hicieron cantos y poesía sin dejar de lado su vocación guerrera. Eran hombres que no se desconectaron nunca de su razón mística. Lucharon por lo que consideraban suyo por derecho, y preferían morir antes de perder su honor. Adoraban a la luna y se encomendaban a ella y dentro de su cultura de la masculinidad guerrera consideraban a sus mujeres como lo más sagrado. En su música y en sus bailes prevalece este espíritu con el cual alegraban sus corazones con grandes cantidades de alcohol como en sus batallas, hasta morir.

El sonido de las gaitas aún retumba en el aire.

Y al oírlas, no puedo evitar inflamarme. Acaricio mi hacha con ternura mientras el corazón me quema. Dos mil años de historia no han podido conquistar mi espíritu. No se trata sólo de tréboles o de cerveza verde en san patricio. Soy un guerrero buscando mi hogar.

Soy un celta y estoy loco.





The Warrior´s Code

You're the fighter
you've got the fire

The spirit of a warrior,
the champion's heart
.

You fight for your life
because the fighter never quits

You make the most of the hand you're dealt

Because the quitter never wins
No!


You were born to box in a city that's seen their share

Mello, Ryan, Carney, among them your photo proudly hangs there

Above the bar in the Gaelic Club
They tell the story of a throwback

With the heart of a lion
They salute your glory


It's another murderous night

Another left hook from hell

A bloody war on the boardwalk

And the kid from Lowell rises to the bell

CHORUS:

Micky
It's a warrior's code!
Micky He's got the warrior' soul!



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jueves, noviembre 09, 2006

Hablando de Bob

Nada de folkie o poeta. (Bob) Es la gran bestia del rock and roll .
-Chuck Berry



La primera vez que escuché a Bob Dylan lo canté yo. Tenía 14 o 15 años y lo único que sabía de él era la letra de un cover que tocaba guns n´roses, grupo que idolatraba en aquella época. Recuerdo que estaba depositado en el suelo de mi cole y oí la melodía en el aire y como entonces era metalero necio y me sabía todas las letras de memoria me puse a cantar instintivamente.


El tipo que estaba detrás paró su guitarra en seco. Volteé a mirarlo y me dijo:

-oe, te la sabes?
-claro
-cántala pe.

Sólo entonces reparé en lo que estaba cantando. Era una canción que hablaba de mi madre, de ella enterrándome con mis armas y que yo ya no podría volver a dispararlas; de mi vista oscureciéndose de a pocos y de una nube negra que se venía abajo y que me hacía tocar las puertas del cielo. Me destruyó jodido.





Y así también conocí a mi hermano el gordo, Bob nos presentó.

El gordo de la guitarra se hizo mi hermano y me enseñó música que jamás había oído. Gracias a él comencé a escuchar sui generis y más música de protesta. Nada que ver con el trash metal al que estaba acostumbrado, pero así empezó mi viaje de iniciación. Paralelamente, averigüé que la cancioncita esa la había escrito un tal Bob Dylan, me sonaba y quise saber más de él.

En ese proceso de aprendizaje algo oí de Bob: que era el mayor poeta-trovador-músico-folkie-de-protesta de su generación. Que sólo a nivel literario era ya el mayor poeta de nuestro tiempo. Que era un tipo con una inteligencia prodigiosa que podía engarzar sus pensamientos con poesía y encima ponerles música. Que los rolling stones y la revista se llamaban así por una canción suya. Que un tiempo movió miles de masas y que un día los mandó a todos los folkies a la mierda. Que se estrelló en su moto y que desapareció. Muchas cosas para un solo tipo.



Muchos años después lo volví a encontrar. Bob había envejecido, no era ya el chico risueño de sus épocas iniciáticas en la música de protesta. Ya se había sacado la mierda y se había destruido, ya conocía el rocknroll.

Había regresado.

Mi hermano Ernesto lo trajo caminando por calles muertas, llegaban a mi casa, se sentaban en la mesa de mi cocina y bebíamos los tres. Bob hablaba que estaba enfermo del amor y que el silencio podía ser como un trueno. Nosotros bebíamos callados elíxires de autodestrucción en caja hasta alcanzar la más fraterna de las ebriedades. Bob siempre terminaba diciendo que desearía nunca habernos conocido. Pero él era un viejo zorro y nos enseñó a decir una cosa por otra, y a entender sus secretos también.

Desde entonces han pasado ya todavía más años. Bob ahora viene en un taxi amarillo a llevarme a las trincheras. A ninguno de nosotros le importa el fuego enemigo. Es como estar en una novela de Celine, viajando hacia el interior de la noche a encontrarnos con las balas que abrirán los surcos en nuestra carne y nuestra única preocupación es no derramar el trago.

Su retorno se ha vuelto eterno. Se ha burlado de Nietzsche y de nosotros. Nos ha dicho que las cosas han cambiado. Nos ha mandado a la mierda otra vez. Ha cerrado un círculo. El taxi tiene la puerta abierta y su motor está en marcha. Bob me mira desde adentro y me mira como preguntándome, ¿te subes o te vas? Johnnie se sienta a su lado, no quiere ir de a pie. Me ha dicho que no hay un camino a casa, que somos jóvenes otra vez.


Y he vuelto.


.

martes, noviembre 07, 2006

domingo, noviembre 05, 2006

Abrazo la oscuridad

He estado peleando a la contra
y me cansé.

no de pelear.

vuelvo a mi cabalgadura
hacia mis molinos de viento
y a ella,

la única que en verdad he amado.



Abraza la oscuridad

La confusión es el dios
la locura es el dios


la paz permanente de la vida

es la paz permanente de la muerte.


La agonía puede matar
o puede sustentar la vida

pero la paz es siempre horrible
la paz es la peor cosa
caminando

hablando
sonriendo

pareciendo ser.


no olvides las aceras,

las putas,

la traición,

el gusano en la manzana,
los bares,
las cárceles

los suicidios de los amantes.


(...)

no hay dios

no hay política

no hay paz

no hay amor

no hay control

no hay planes


mantente alejado de dios

permanece angustiado

deslízate.



::Bukowski lo dijo::