viernes, junio 30, 2006

Se los dije

no CREAN en mí.

::gracias vir por revelárselo al mundo::


martes, junio 27, 2006

eating alone

Everybody call me a pig,
Little pig,

Fuckin´ pig,

Everybody call me a pig:

Little-fuckin´pig.



Ayer fui a almorzar al restaurant de las señoras checoslovacas. Estaba lleno pero encontré un lugar. Al poco comenzó a llegar mucha gente y ya no había más mesas. Entonces algunas personas que no tenían donde comer comenzaron a pedir en las mesas mediocupadas: “disculpe, ¿podría sentarme aquí?” y todos asentían y compartían sus mesas con propios y extraños en alegre y solidaria comunidad.

Yo estaba solo en una mesa grande y pensaba que en cualquier momento vendría algún intruso a pedirme si podía sentarse en mi mesa. Seguía llegando gente y hasta había personas paradas esperando que se desocuparan. Sin embargo, nadie se acercó a mí.

Me di cuenta de eso y comencé a pensar que seguramente yo soy uno de esos individuos con los que es completamente desagradable comer. La gente me vera ahí sentado en esa mesa y dirá para sí: “que espanto comer con ese cerdo asqueroso” y preferirá quedarse de pie mirando hacia otro lado o le pedirá al ocupante de otra mesa si puede sentarse con él.

Y lo peor de todo es que a menos que esté con mis hermanos (con los que hay que literalmente agarrarse a puñetazos por la comida) yo suelo ser muy educado cuando me alimento. Utilizo los cubiertos con propiedad, mastico con la boca cerrada sin hacer mucho ruido y cada 3 bocados me limpio con la servilleta y como soy además un maniático las doblo siempre cuidadosamente, pues detesto arrugarlas y ordeno mi plato y mis cubiertos y los vasos, todo equidistantemente entre sí; pero parece que a pesar de eso igual doy asco.

Al darme cuenta me entristecí un poco, pero felizmente me acordé que yo odio comer con extraños. Que me importa ser un chancho asqueroso. Lo mejor fue que cuando me dieron mis caramelos de chicha morada al pagar la cuenta, me tocó uno mutante en que venían dos adentro. ¡hurra!


:: uno en en miles ::


Update: Hoy fui otra vez a comer ahí y me ocurrió de nuevo lo mismo. Eso confirma mi teoría que soy un ser repugnante o en su defecto que tengo una cara de chuncho-antipático-hijo-e-puta-lárgate-de-aquí única. Oink oink oink!


martes, junio 20, 2006

Una porción de la locura

La locura nunca tuvo maestro
para los que vamos a bogar
sin rumbo perpetuo.
La muerte será un adorno que pondré
al regalo de mi vida.
La luna ejerce extraños influjos
que se contradicen
y no hay quien descifre.

-héroes del silencio-



Cuando tenía 17 años me di cuenta que
me estaba volviendo loco. En realidad no era gran novedad ni fue el gran descubrimiento saberlo, creo que ya lo sabía de antes. Pero recién a los 17 me pregunté que iba a hacer con ello y que iba a pasar conmigo después. Me abrumaba la pregunta:

¿Ahora que hago?

En ese momento no había nada que hacer. Pero me daba miedo que en unos 10 años esa demencia empeorara y que dentro de 20 años fuera aún peor. Probablemente me convertiría en un monstruo. Sin embargo, pensarse loco a los 17 años era todavía algo divertido. Recién estaba empezando lo bueno. Emborráchate, haz lo que quieras, sorprende a todos. Ríete en sus caras. Colúmpiate del techo. Pégale a alguien. Se oscuro y misterioso. Pero señor, la jaula se hizo pájaro, ¿qué haré con el miedo? Leed al maestro tsun tzu para apaciguar la angustia: “quien se sabe loco, no está tan loco”. En esa época creía en los libros.

No me arrepiento. He conocido a muchos locos cagados y creo que entonces fui un loco chévere. Pero la demencia no es sólo diversión y exceso. Poco a poco y sin darte cuenta comienzas a cagarte el cerebro y pensar huevadas. Piensas en lo que hicieron de ti y en lo que tú mismo haz hecho. Te ahogas en el vómito negro. Empiezas a atormentarte contigo mismo y a odiarte. La desesperanza se convierte en desesperación. Yo era el centro del universo y sólo esperaba que ocurriera el big-bang.

Pocos años después tuve que escoger. Me encerré y tuve que decidir entre volverme loco o seguir así o no se qué. Escuchaba las palabras la única forma de escapar de la locura es arrojándose a ella”, voces que yo mismo había escrito. Las veía en todos lados, bocas saliendo de las paredes de mi cuarto, escritas en las caras de la gente y arañadas en mis brazos. En ese instante estaba a punto de quitarme la ropa y salir a la calle corriendo, gritar, comer caca.

Pero no lo hice. Vino a mí el recuerdo de la vez que me encontré con un demonio que me persiguió por toda la universitaria. Esa vez me atormentaba contra los muros de la universidad gritando mira lo que haz hecho mira lo que haz hecho mira lo que haz hecho. Sólo cuando me atreví a levantar la cara y hacerle frente pude ver su rostro y su arma. Tenía un farol y unas cadenas. Entendí. Su sombra se convirtió en abejas y se marchó zumbando.

Amarré mi locura. La encadené con fuerza a mis brazos y a mis piernas. La convertí en mi marioneta, o quizás yo me volví el juguete de ella. Bailábamos juntos encadenados y dejé que mordisqueara la carne que encontrara a su paso. La dejaba jugar y alimentarse. Un tiempo la solté demasiado. Otras veces ella se olvida (o se deja, no sé) y soy yo quien controla su baile y dibujo con ella navajas danzantes en el espacio. Luego la suelto, y me dejo caer. Me arrastra y bailo. A veces cuando muerde un poco-demasiado-fuerte me le trepo encima y le ajusto el cuello. La ahogo con mis brazos. La muerdo y bebo de su cuello.

Yo soy su alimento.

Ahora tengo 27 y el cerbero es cada vez más fuerte. Ya no pienso en que será de mí en 10 años, ni me preocupa que pasará en 20. Amarrar(me?) a la locura ahora es lo único. Las cadenas han surtido el efecto que produce el amarrar a las bestias, la han hecho más grande y monstruosa, con una rabia única. Nuestros nudos conforman una eslabonada y enredada telaraña que nos comanda el uno al otro. Ya no puedo determinar cuales son sus movimientos o cuales son los míos. Solo sé que si me quedo quieto muy quieto muy fuerte muy tenso quizás ella no pueda ya moverse. Pero mi demencia crece por dentro. Mis cadenas se esfuerzan y la luz de su farol me muestra su sonrisa de nuevo. Mira lo que haz hecho. He perdido el equilibrio del baile. No sé cuanto tiempo más la sujetaré, o si se unirá ella completamente a mí.

Escucho un zumbido. Mi cabeza es un panal de abejas.

Una vez leí que en el medioevo era una práctica común perforarle a ciertos individuos pequeños orificios en la cabeza, con el objetivo de dejar escapar a los demonios de la locura. Quizás si mi cabeza se abriera podría dejar ir al demonio y saldría miel de ella.

Pero si digo que eso es lo que quiero miento.


¿Ahora que hago?


miércoles, junio 07, 2006

80 kilómetros por hora




Si cerráis tus puños

Y aceleráis con fuerza

A 80 kilómetros por hora

Podéis llorar.



Y no importa

Pues sólo el viento

Con su aullido

Te impedirá escuchar

Su voz

Y el llanto.



A esa velocidad

tenéis la pista libre

Para sentirte

cabalgando

En la oscuridad

Y podréis dejarlo todo

atrás.



A 80 kilómetros por hora

Voy a soltar el timón

liberar mis manos frías

y secar mis lágrimas

para siempre.




lunes, junio 05, 2006

chang ching chong

El discípulo se acercó al maestro y le dijo:

-El círculo está ahora completo, la última vez que nos vimos yo era el aprendiz pero ahora soy yo el maestro.

-Sólo sois un maestro del mal, grandísimo tonto.

[sonido de sables láser chocando]

-Tus poderes son débiles anciano. Ahora soy hardcore!

[zummmmmmmm]

El maestro murmuró, antes de desvanecerse:

-ROCKNROLL.

jueves, junio 01, 2006

Los pájaros



Los pájaros negros
Arrancan la comida
Aletean, se resbalan
Y tragan
Por sus bocas negras.

Criaturas aladas
Aliméntense de mí
En los rincones de la memoria
He visto sus gargantas
Abrirse y deglutir.

(…)

Se han marchado
Mis queridas bestias
Ser humano es un espanto
Y eso lo han
aprendido bien de mí.

Marchaos y cuidad de
Vuestras alas negras
Muchos han volado
demasiado alto
Y se han caído

por ahí.


:: a los pajarracos esos que se comían mi básico en la universidad ::