Una porción de la locura
La locura nunca tuvo maestro
para los que vamos a bogar
sin rumbo perpetuo.
La muerte será un adorno que pondré
al regalo de mi vida.
La luna ejerce extraños influjos
que se contradicen
y no hay quien descifre.
-héroes del silencio-
para los que vamos a bogar
sin rumbo perpetuo.
La muerte será un adorno que pondré
al regalo de mi vida.
La luna ejerce extraños influjos
que se contradicen
y no hay quien descifre.
-héroes del silencio-
Cuando tenía 17 años me di cuenta que me estaba volviendo loco. En realidad no era gran novedad ni fue el gran descubrimiento saberlo, creo que ya lo sabía de antes. Pero recién a los 17 me pregunté que iba a hacer con ello y que iba a pasar conmigo después. Me abrumaba la pregunta:
¿Ahora que hago?
En ese momento no había nada que hacer. Pero me daba miedo que en unos 10 años esa demencia empeorara y que dentro de 20 años fuera aún peor. Probablemente me convertiría en un monstruo. Sin embargo, pensarse loco a los 17 años era todavía algo divertido. Recién estaba empezando lo bueno. Emborráchate, haz lo que quieras, sorprende a todos. Ríete en sus caras. Colúmpiate del techo. Pégale a alguien. Se oscuro y misterioso. Pero señor, la jaula se hizo pájaro, ¿qué haré con el miedo? Leed al maestro tsun tzu para apaciguar la angustia: “quien se sabe loco, no está tan loco”. En esa época creía en los libros.
No me arrepiento. He conocido a muchos locos cagados y creo que entonces fui un loco chévere. Pero la demencia no es sólo diversión y exceso. Poco a poco y sin darte cuenta comienzas a cagarte el cerebro y pensar huevadas. Piensas en lo que hicieron de ti y en lo que tú mismo haz hecho. Te ahogas en el vómito negro. Empiezas a atormentarte contigo mismo y a odiarte. La desesperanza se convierte en desesperación. Yo era el centro del universo y sólo esperaba que ocurriera el big-bang.
Pocos años después tuve que escoger. Me encerré y tuve que decidir entre volverme loco o seguir así o no se qué. Escuchaba las palabras “la única forma de escapar de la locura es arrojándose a ella”, voces que yo mismo había escrito. Las veía en todos lados, bocas saliendo de las paredes de mi cuarto, escritas en las caras de la gente y arañadas en mis brazos. En ese instante estaba a punto de quitarme la ropa y salir a la calle corriendo, gritar, comer caca.
Pero no lo hice. Vino a mí el recuerdo de la vez que me encontré con un demonio que me persiguió por toda la universitaria. Esa vez me atormentaba contra los muros de la universidad gritando mira lo que haz hecho mira lo que haz hecho mira lo que haz hecho. Sólo cuando me atreví a levantar la cara y hacerle frente pude ver su rostro y su arma. Tenía un farol y unas cadenas. Entendí. Su sombra se convirtió en abejas y se marchó zumbando.
Amarré mi locura. La encadené con fuerza a mis brazos y a mis piernas. La convertí en mi marioneta, o quizás yo me volví el juguete de ella. Bailábamos juntos encadenados y dejé que mordisqueara la carne que encontrara a su paso. La dejaba jugar y alimentarse. Un tiempo la solté demasiado. Otras veces ella se olvida (o se deja, no sé) y soy yo quien controla su baile y dibujo con ella navajas danzantes en el espacio. Luego la suelto, y me dejo caer. Me arrastra y bailo. A veces cuando muerde un poco-demasiado-fuerte me le trepo encima y le ajusto el cuello. La ahogo con mis brazos. La muerdo y bebo de su cuello.
Yo soy su alimento.
Ahora tengo 27 y el cerbero es cada vez más fuerte. Ya no pienso en que será de mí en 10 años, ni me preocupa que pasará en 20. Amarrar(me?) a la locura ahora es lo único. Las cadenas han surtido el efecto que produce el amarrar a las bestias, la han hecho más grande y monstruosa, con una rabia única. Nuestros nudos conforman una eslabonada y enredada telaraña que nos comanda el uno al otro. Ya no puedo determinar cuales son sus movimientos o cuales son los míos. Solo sé que si me quedo quieto muy quieto muy fuerte muy tenso quizás ella no pueda ya moverse. Pero mi demencia crece por dentro. Mis cadenas se esfuerzan y la luz de su farol me muestra su sonrisa de nuevo. Mira lo que haz hecho. He perdido el equilibrio del baile. No sé cuanto tiempo más la sujetaré, o si se unirá ella completamente a mí.
Escucho un zumbido. Mi cabeza es un panal de abejas.
Una vez leí que en el medioevo era una práctica común perforarle a ciertos individuos pequeños orificios en la cabeza, con el objetivo de dejar escapar a los demonios de la locura. Quizás si mi cabeza se abriera podría dejar ir al demonio y saldría miel de ella.
Pero si digo que eso es lo que quiero miento.
¿Ahora que hago?
8 Comments:
La locura asusta, te aseguro que aún más la lucidez (quién reconoce la línea que separa una de otra?).
Yo sólo me digo... mientras no me asuste no vamos mal!! (la locura o la lucidez? yo que sé!! que se lo pregunten a los locos)
Tú que opinas?
Cuando intenté matar a mi demonio, supe que no sería lo mismo. Pienso que hay cosas que se puede ver con la locura tanto como con la lucidez, el equilibrio entre ambas nos hace supremamente "cuerdos"...
Tu posteo enfatiza lo necesario que es tener también un demonio de tu parte, es lo que veo yo, y te doy toda la razón!
En la edad media a los que estaban supuestamente insanos se les hacía "la extracción de la piedra e la locura". Hay un cuadro del Bosco que se llama así y representa esa operación, donde le sacan un tulipán de la cabeza al tipo. Se dice que el Bosco quiso representar que era para sacarle dinero a los tontos...
A ver, mi hermano, lo único que puedo decirte, después de todos estos años, y ahora, conociendo una locura tan auténtica y r& r... te digo, como tu médico personal:
"no pidas ayuda"
pide un masco...
salú.
¡Que locura!
¿Que lo cura?
¿Cordura? ¿Atadura?
Libera tu locura o te volverás loco.
Saludos!
Me convenciò de practicar zen e invertir en la bolsa, veré si se lo agradezco en unos 10 años :)
No liberes tu locura, aprésala y dale dosis de amor electrogótiko...
niet, consejos ...
gracias por sus comentarios criaturas, me tomaré el tiempo de responder luego, tengo tarea.
Publicar un comentario
<< Home