¡MALDITION, EL BANCO ES MIO!
Cuando sonó mi número me acerqué a la ventanilla y Gaby me atendió muy amable. Me preguntó qué quería y le dije que quería mi dinero. Me pidió mi DNI, hizo unos tecleos en su computadora y me dijo *No hay dinero señor* *Cómo no hay dinero Gaby si esto es un banco y mi amigo me ha girado ese dinero que me debe desde hace como 2 meses el maldito* *Lo siento no hay dinero para usted. ¿Por qué no utiliza ese teléfono y pregunta el código de la transacción?*
Fui al teléfono y me habló otra voz amable. Me dijo que no había ningún problema con el giro, que entregara mi DNI y que espere. Tuve que sacar de nuevo el maldito ticket y seguí pensando en mi comercial. Cuando me llamaron de nuevo Gaby me volvió a pedir mi DNI y volvió a teclear en su computadora. Otra vez no hay dinero. *Maldition acabo de llamar por el maldito teléfono y me han dicho que no hay ningún problema* *¿Y su código?* *No me dieron ningún código, me dijeron que todo estaba bien*
-Está bien señor Joaquín Martín Alfredo Fuentes Valera, tome asiento por aquí. Gaby se levantó entonces y se llevó mis documentos y yo me quedé esperando pensando en ya saben qué.
Al rato comencé a ver que a lo lejos Gaby hablaba y hablaba con un señor en terno que me miraba con desconfianza. Trate de leer sus labios. *Es-ta-es-u-na-si-tua-ci-ón-be-ta-al-fa-u-no-se-gu-ri-dad-re-pi-to-be-ta-al-fa-u-no* Cuando terminé de descifrar sus palabras ya era demasiado tarde. Había dos gorilas a mi lado sujetándome. Me condujeron discretamente a una pequeña oficina donde se encontraba ya el señor de terno que ahora me miraba con mucho odio.
Me atornillaron a la silla de un sólo golpe. Miré al tipo de terno como pidiéndole una explicación pero este vino y me abofeteó mientras los gorilas me sujetaban. *PAF-PUM-PAF* y siguió abofeteándome hasta que logré escupirle un chorro de sangre entre los ojos. Uno de los gorilas me golpeó en la cabeza y me quedé tranquilito nomás.
El tipo de terno salió para limpiarse la sangre supongo. Entonces yo me dije *si no hago algo ahora los gorilones estos me matan, así que tengo que pensar algo rápido porque así solitos estos gorilas no deben ser muy listos*. Se me ocurrió hacer algo que siempre hacía en el colegio y me quedo entonces quietecito quietecito medio inclinado quietecito y mi cuerpo rígido muy rígido que se va inclinando quietecito quietecito pero no, hasta que caigo al suelo *PLAF* y permanezco así quietecito en la misma posición.
Entonces uno de ellos inclinó la cabeza así como intrigado y se agacha y me levanta y yo que sigo en rigor mortis y él preguntándose seguro que carajos ha sucedido conmigo. Mientras el otro gorila automáticamente sale de la habitación seguramente a avisar al señor de terno. *Esta es mi oportunidad* y abandono de súbito mi rigidez corpórea y salto sobre la cara del gigante.
No recuerdo mucho. Sólo recuerdo que golpeaba que gritaba, que mordía que le hundía los dedos en los ojos que le torcía las orejas. Cuando regresó el señor de terno con el otro gorila yo estaba trepado encima de mi víctima y lo había convertido en una especie de corcel-zombie-mutilado-y-deforme que obedecía a todos mis comandos: *¡AHTACAD BEZTIAH!*
Despierto y no es un sueño, la criatura que estaba a mis servicios había muerto a consecuencia de las múltiples heridas que le infligieron las afiladas garras del señor de terno y las bolas de fuego que le escupió el otro gorila. Yo pude salvarme porque mientras estos atacaban a mi sirviente oscuro me escabullí y con mi cuchillo los degollé uno por uno. Cuando salí al hall del banco me di con un cuadro aún más espeluznante. Todos están muertos. Hay sangre por todos lados. Comenzaron a sobrevenirme flashbacks a la cabeza.
Ahí estaba yo montado en el corcel mutante. Aplastándolos a todos, lanzando rayos calcinantes por los ojos. Los gritos de la gente aterrorizada. Balazos de los guardias surcan el aire, rebotándome en el cuerpo. Nada puede detener mi sed non sasiata. El aire está enrarecido. El olor a muerte. Las puertas no abren y los cuerpos crujen bajo el peso de la bestia acéfala que cabalgo.
Desmonto y encuentro a Gaby escondida debajo de un escritorio derribado. Llorando. Algo sujeta entre sus manos. La levanto de los cabellos y le digo *Mi dinero maldita* Me entrega mis miserables 40 dólares y el papelito del recibo mientras me dice *Gracias por venir al banco de crédito ¿lo puedo ayudar en algo más señor?*
*Sí, devuélveme mi DNI*
Me entrega mis documentos y los guardo. Ahora ya saben por qué odio hacer comerciales de radio. Y yo sé que no debo ir al banco mientras tengo que pensar comerciales para Tortas Gaby.