
Hoy se cumplen
250 años del nacimiento de
Mozart (1756-1791). Algunos se habrán enterado por la carátula del
google y otros ni siquiera se preguntaron que rayos significaban los dibujitos que siempre que sucede algo extraño en el mundo la gente del famoso buscador en su logo suele homenajear. Yo me enteré hace algún tiempo, pero de pura casualidad también.

Muchos habrán visto la excelente película de Milos Forman,
Amadeus. A través de ella habrán conocido detalles interesantes de la excéntrica vida del genial compositor. Lo que poca gente sabe es que muchos de esos detalles son en realidad apócrifos (la película está basada en una
obra de teatro, no en una biografía) y que el célebre músico ni siquiera se llamaba así.
En efecto, Chrysostomus Wolfgangus Theophilus Mozart
jamás se llamó Amadeus. Lo cierto es que firmaba algunas de sus cartas con el sobrenombre
“Amadé”, pero era más o menos como su nick del Messenger, y también es cierto que usaba varios otros.

Pero no busco desprestigiar a Mozart que es imposible. Mucho menos en su cumpleaños. Adoro su música y no porque crea que escuchándolo me voy a volver
más inteligente. Sino que
me maravilla como sus composiciones son como pequeñas melodías juguetonas que se entremezclan entre sí y de esta manera forman una gigantesca y magistral pieza que
lo sobrecogen a uno.Como su famoso
Réquiem, todo un monstruoso himno hacia el
Padre Altísimo, la más formidable y devota ofrenda de su
hijo Amadeus, cuyo real sentido es “
amor a dios”. Es demasiado, hardcore puro, en
re menor. Y aunque prefiero a
Beethoven, hoy y de esta forma quiero recordar y homenajear al más grande de los músicos – escucharé todo el día su
Réquiem y si alguien me pide bajar el volumen, lo golpearé.
Finalmente debo confesar que esta sea quizás la única vez que celebre su cumpleaños, ya que nadie jamás se acuerda del aniversario 251 o los que siguen y sinceramente para el número 300
no pienso ir.
2 Comments:
También se llamaba "Tadeus"...
Buen artículo. Informativo y divertido. El autor deja un poco de sí en cada artículo. Recuerdo que una vez hice amistad con un alemán llamado Wolfgang, y le pregunté qué se sentía tener y compartir el nombre con uno de los grandes personajes de la historia europea. No me dijo nada, pero su mirada me hizo imaginar qué sentiría yo si mi nombre fuera Tupac o Garcilaso.
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