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Me gusta perder mi tiempo mirando dibujos-palabras-dibujitos. Leo comics. Detesto a las personas que piensan que son sólo para niños. Es estúpido pensar así. ¿Acaso el hombre primitivo que puso sus dibujitos en las cavernas de Altamira no era un hombre? ¡CAZABAN ALCES Y JABALÍES Y TAMBIÉN HACÍAN DIBUJITOS MALDICIÓN! En fin, es un viejo debate ese y no necesita mayor argumentación.

Hoy quiero hablar sobre tres tiras cómicas que leo casi a diario. Cada una es especial pues me hacen sonreír y me enriquecen siempre.


Calvin & Hobbes

Mi favorito. Trata sobre la vida de Calvin, un niño normal que vive en un mundo mediocremente normal. Tiene un tigre de peluche llamado Hobbes, cómplice de sus travesuras y leal compañero que lo acompaña en sus aventuras enfrentando a los monstruos debajo de su cama, a los mutantes del espacio, extraterrestres y más (como viajar en una máquina del tiempo hecha de una caja de cartón o ser el primer eructador de la división estatal).



Pero no es solamente eso. Calvin & Hobbes no es sólo un relato evocativo sobre la infancia “normal” de un niño con bastante imaginación. Cuando lo leí por primera vez en la sección de amenidades de El comercio, me encantó el cinismo infantil con el que Calvin encuentra siempre la más descabellada excusa para no bañarse, para no hacer la tarea o simplemente para hacer lo que le venga en gana. Pero para variar, en el periódico nunca ponen cuando cita a nietzsche sino sólo los chistes más sonsos y digeribles. Gracias a la red descubrí que es un cómic bastante inteligente, profundo y con constantes referencias a elementos de la cultura occidental, al arte contemporáneo, a la literatura y a la filosofía (que el peluche se llame Hobbes no es casual) e inclusive a otros comics.


calvin remembrando a william blake


y para los fanáticos, también cita a borges, picasso, t.s. elliot, star wars, peanuts y más

Calvin cuestiona y se cuestiona sobre todos estos temas y Hobbes siempre está ahí para escucharlo y responderle y no siempre con lo que él quiere oir. Gracias a Hobbes, Calvin tiene siempre una doble perspectiva con la que construye su visión del mundo. Y más allá del placer que provoca su lectura y de disfrutar de sus aventuras y diálogos, este cómic en su desarrollo nos abre siempre múltiples interrogantes, como por ejemplo: ¿Es simplemente que Calvin ve en su tigre de peluche a un compañero de aventuras o es Hobbes un tigre de verdad y los demás –los obtusos de pensamiento- sólo ven en él un tigre de peluche? En el camino descubrimos la verdad.


"la locura es poder ver más allá"

Sí, Calvin no es como Mafalda, él no quiere cambiar al mundo. Pero mientras haya mutantes que perseguir y uno pueda irse a la cama sin bañar, todo estará bien.


calvin también tiene una calavera adentro.



El Joven Lovecraft

Empecé a leer a H.P Lovecraft de casualidad cuando era niño. Fascinado con sus historias de horror cósmico y terrores ancestrales de pronto me di cuenta que sin querer era ya un fanático de uno de los íconos representativos de la cultura dark. Simplemente me gustaban sus historias de monstruos viscosos y sus visiones de caos. Pero Howard Phillips Lovecraft no era ningún borracho como Poe ni tenía el genio decadente de Baudelaire, mis otros dos íconos de la niñez (y actuales también). Era más bien un freaki-nerd atormentado, un devorador de libros cargado de complejos y miedos… y era además oscuro, muy oscuro (hablo de Lovecraft por si acaso).


según Lovecraft la universidad de lima (?) tiene un ejemplar, me lo hubiera pedido.

Sin embargo, no estoy posteando para comentar mis apreciaciones literarias ni personales sobre Lovecraft y su obra. Sino sobre este sensacional cómic que recrea su vida cuando era niño. Probablemente la misma edad que el oscuro escritor tenía cuando yo empecé a leerlo. Manejado con un humor negro impecable, nos muestra la vida que podría haber tenido el joven Howard Phillips, sus vicisitudes personales, sus alucines y lo que sería el germen de sus “futuras” historias, mezcladas con elementos biográficos auténticos.


les juro que a mí mesucedió lo mismo.

Además de presenciar como se desenvuelve el joven Lovecraft en su vida diaria, molestado por el matón del colegio, sobreprotegido por su madre y sus tías, unas viejas neuróticas y castradoras o siendo visitado por aquellos seres fantásticos que luego poblarían su mitología; son absolútamente geniales sus reinterpretaciones de algunos clásicos de la literatura que sin duda influyeron en el autor (y otra vez coincidentemente no sólamente en él). Vemos como probablemente hubiera sido su lectura en su pequeña mente retorcida y al mismo tiempo nos transformamos -¿trastornamos?- cada vez más.


"quote the raven, nevermore"

Por eso me gusta y leerlo es una delicia que me hace recordar esas viejas oscuras lecturas de mi niñez y revivir esa visión viscosa y espantosa del mundo; aderezada ahora con un toque de ingenuidad e inocencia perdida que lo hace sentir de lo más retorcido a uno.



El café de Poncho.

Me gusta simplemente. No pienso. Me hace reír el maldito perro



y con eso, soy feliz.